viernes, 22 de mayo de 2009

Los vecinos celebran los 100 años de Villa Adelina y le declaran amor eterno

Se reunieron para recordar la historia del barrio que comenzó con la llegada del primer tren, el 29 de marzo de 1909. Todos siguen enamorados de la zona, por su ambiente y por la cercanía y la amistad que los unen.
"Qué es lo que más le gusta de Villa Adelina?", pregunta la cronista para romper el hielo.

-Usted.

El dueño de la munición y culpable de un rubor mal disimulado es el entrerriano José Luis Leguizamón (82), uno de los jockeys más célebres de mediados de siglo, que vive hace 57 años en la ciudad que cumple su centenario este domingo.

El deportista brilló con la caballeriza de los hermanos Penna en el Hipódromo de Palermo, arrasando con los clásicos y consagrándose en Uruguay y en Brasil. Amigo del "Yacaré" Elías Antúnez y de varios ases del turf, se entusiasma al revivir su leyenda. Lo acompaña su hijo, que se acuerda de las vacas que aparecían de la nada en la parte trasera de la casa. Como él, otros ocho vecinos tienen algo para contar.

Y la Plaza Ader-Soldado Argentino será el tablero donde se reconstruirán pedazos de la biografía barrial con la ayuda de los memoriosos. En esta misma porción verde, hace muchos años, Juan Carlos Luján, ciudadano ilustre de Vicente López y Presidente de la Fundación Marambio (Paraná 6658) y director de su museo (Cerrito 4094), besó por primera vez a quien hoy es su esposa, María Moccia, líder de la agrupación de artistas plásticos del lugar, cuando tenían apenas 12 años. El caballero, ex combatiente de Malvinas, fue integrante de la "Patrulla Soberanía", que hace cuatro décadas construyó con esfuerzo, picos y palas la primera pista de aterrizaje en continente antártico.

Otro antiguo habitante de la zona es Armando Pizzuto, un jubilado que conoció Adelina en 1939, se mudó tiempo después, se fue y volvió para siempre hace 20 años. "Este parque no existía, desde acá se veía pasar el tren que venía de Bou!ogne y nuestro pasatiempo era andar en bicicleta o en monopatín las calles del barrio. Hasta el cartero venía a caballo”, rebobina y desafía: "¿Quién se acuerda del Bar de Domínguez?". Parece que allí se practicaba boxeo y era tierra de "malandras". Entonces, cuando se acercaba la Policía los revoltosos se cruzaban a un almacén y burlaban a la autoridad local porque ya estaban del lado de San Isidro. Y sientan a la mesa al comisario Caro, un bravo de otra temporada.

De esos caminos también hablan Osvaldo Bernardoni, residente de la primera hora, y Nélida Langenechín, responsable del negocio de ropa infantil "Mimos” que fue un clásico del paisaje hasta 1997. "Fijate lo que es esto, es maravilloso porque nos conocemos todos. Además de vecinos, somos amigos", comenta la única dama de la velada, que pisó Villa Adelina hace 72 años y tiene sellado en su memoria el perfume de las moras y la travesura de comerlas, así como la mística del cine Libertad, anfitrión de las invenciones de Charles Chaplin: "Yo soy muy bueno", tira su marido y al ser interrogado por su nombre la risotada general cobra sentido. Miguel Bueno (80), tío abuelo de Rodrigo, el Potro cordobés, y humorista aficionado, exhibe fotos que muestran su participación en el programa "Finalísima" de Leonardo Simons y le pide pausa al grabador para demostrar su picardía, y encuentra complicidad en Felipe Molina (78), otro con historia. "No me destacaba en el fútbol y eso que acá había potreros por todos lados. Era medio tronco, pero ojo, fui un gran bailarín", dice y sentencia: "Esto es el paraíso de Vicente López".

Ardo Nardini (77) se jacta con razón de ser el comerciante de mayor edad que sigue en las canchas con una casa de artículos del hogar en Paraná 6244. "Jugaba a la pelota. Había terreno de sobra para despuntar el vicio y era muy bueno", avisa y agrega: "En mi negocio, un depósito de forrajes, yo ponía la televisión en la vidriera y los vecinos se juntaban para verla. En aquellos años era toda una novedad". Y las cabezas se mueven verticalmente sin excepción.

El historiador, del grupo es René Arditi Rocha (ver De aquella...), un nativo que introduce en la charla a las mariposas y el suspiro es general. En primavera, sus colores invadían el aire y salir a cazarlas era un juego obligado de los vecinos. Punto aparte merecen los carnavales. Según los vecinos, eran los mejores de la zona. Y por lejos. Las veredas eran color en estado puro y el vecindario salía a pleno a disfrutar de la música. "Eran simplemente inolvidables", coinciden los jugadores del match del pasado.

Es ciudad, pero quiere ser pueblo. Le gusta ese mote que respira calma y aliviana el aire. "Poné que amo Villa Adelina", dispara el vecino Ardo Nardini. Habrá que hacerle caso. Su candidatura es pasión de multitudes y este arrebato de cariño es realidad en todas las miradas que se posan en la plaza Ader.

Patricia Glassmann
pglassmann@clarin.com 
CLARIN SAN ISIDRO CIUDAD
Jueves 26 de marzo de 2009

Un actor de raza marcado por los recuerdos de Villa Adelina

Es Roberto Carnaghi, que empezó a representar obras en las calles de la zona. Hoy dice que quiere volver a actuar en el Partido.

Creció en las calles de Villa Adelina. Y en los potreros del barrio forjó su sueño de convertirse en una estrella de fútbol. Allí fue donde también conoció el cine, la lectura y el teatro. Eso hizo que Roberto Carnaghi cambiara el rumbo de su vida profesional y dejara la pelota para subirse a las tablas en San Isidro, dando el puntapié inicial de una extensa y fructífera carrera en teatro, cine y TV.

En su memoria quedaron grabados momentos de su infancia y adolescencia en Villa Adelina. Y aunque confiesa que hoy el barrio está cambiado, cada vez que vuelve rememora esas calles de tierra rodeadas de casas bajas, quintas y terrenos baldíos devenidos en canchitas de fútbol. "Era un barrio obrero, de familias gallegas e italianas. Todos nos conocíamos y había una relación muy solidaria entre los vecinos", explica el menor de los dos hermanos Carnaghi. Este actor que brilló en tiras tan disímiles como Montecristo o La Niñera, pasaba las horas andando en bicicleta y entreverándose en "picaditos" con los chicos del barrio. "Jugábamos a la pelota todo el día. En verano, también los hacíamos después de cenar", cuenta Roberto que, años después, llegaría a probarse en Chacarita. El cine era la salida obligada después del potrero. "Había uno que se llamaba Libertad, al que íbamos tres veces por semana. Ahí, vi mis primeras películas y series", explica este actor que junto a sus amigos y vecinos, Atilio Castro y Luis Juárez, compartía el placer por la lectura de revistas como El Rayo Rojo y Misterix, y las novelas de Verne y Salgari.

Ex alumno de la Escuela Nº 12 de Villa Adelina, el Santa Isabel y el Comercial N° 1 de San Isidro, Carnaghi tenía el rótulo de "liero" y se las rebuscaba vendiendo botellas y ayudando en su casa con las tareas domésticas para pagarse las salidas. "Nada era gratis. Mi primer trabajo con un sueldo fue a los 13 años. Fue en Saldutti, la única casa de fotografía que había en el barrio. Yo me encargaba del revelado. Conmigo trabajaba una chica de la que, por supuesto, me enamoré", confiesa entre risas.

A pesar de que era un gran espectador, este vecino nunca había incursionado en la actuación. Fue a través de un amigo que comenzó a estudiar actuación en una escuela de San Isidro. "La primera obra que hice fue El Herrero y el Diablo. En esa época montaban el escenario en las calles y nosotros actuábamos allí. De esa forma llegué a trabajar hasta en el Teatro de La Cova", dice este profesional que siguió el consejo del actor Camilo Da Passano -por entonces profesor suyo- y comenzó a perfeccionarse en la Escuela de Arte Dramático donde después se recibió.

Hoy abuelo de tres nietos, Carnaghi asegura que sigue a rajatabla los consejos de una de las personas que más lo marcó: Tato Bores. En su carrera cosechó cuatro premios Martín Fierro y el Ace de Oro.

Aunque vuelve seguido por el barrio y sigue en contacto con algunos de sus amigos como Atilio y Rolando Malié, no oculta sus ganas de presentarse en escenarios de Villa Adelina y San Isidro. Es que estos lugares se convirtieron en algo más que un recuerdo para él: "Uno es el reflejo de lo que fue en la infancia".

11 TEMPORADAS JUNTOS
Llegó a la TV de la mano de Tato Bores. Roberto Carnaghi hizo más de 100 publicidades, 50 obras de teatro y 50 películas. También descolló en la TV. En teatro hizo clásicos como Macbeth y Hamlet. En cine, actuó en la Raulito, Sol de Otoño y Moebius, entre otros films. A la TV llegó de la mano de su mentor Tato Bores, en 1979. Con enorme suceso, trabajarían juntos 11 temporadas.
Romina Lescano rlascano@clarin.com CLARIN SAN ISIDRO CIUDAD Jueves 26 de marzo de 200

Opinión: Siempre fue un actor muy dúctil
"Nos conocimos en la Escuela Municipal de Teatro de San Isidro. Hicimos juntos varias obras, una de ellas fue El Herrero y El Diablo. Recuerdo que él interpretaba un papel que le iba muy bien. Siempre fue un actor muy dúctil. Ya desde que hacíamos teatro callejero. Compartíamos no sólo la vocación sino también las salidas. Roberto siempre fue un compañero muy divertido y dispuesto a disfrutar buenos momentos junto a sus amigos. Es una persona extraordinaria y un talentoso actor que se entrega totalmente a lo que hace".
Rolando Maliá.
Director de teatro y vecino de San Isidro.

domingo, 10 de mayo de 2009

Primer Corso Vecinal en la calle Paraná (3)


Momento de la Coronación de la Reina del Corso, María del Carmen Carreño. La rodean Eugenio Parodi, José Abdala, Francisco Diurno, Juan C. Bertucci, Francisco Saldutti, Pedro Luengo y Pedro Balboa. Detrás, a la izq., Santiago Echenique y el locutor.
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Primer Corso Vecinal en la calle Paraná (2)


Otra vista del Palco Oficial con la presencia del Intendente Municipal de Vicente López, Dn. Antonio Rodríguez, el Concejal Dante Cipolla y demás miembros de su comitiva. Entre los comerciantes "Amigos de la Calle Paraná" se observa a José Abdala, Joaquín Parrado, José Garrido, Pedro Balboa y Felipe Melchiore.
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viernes, 8 de mayo de 2009

Primer Corso Vecinal en la calle Paraná


Comisión Directiva de la Sociedad "Amigos de la Calle Paraná" en el Primer Corso - Año 1955.
Detrás (parados, de izq. a der.): F. Saldutti, J. C. Bertucci, J. Garrido, M. Bulentini, J. Abdala, E. Parodi, J. Parrado, F. Melchiore y P. Luengo.
Adelante (en cuclillas, de izq. a der.): C. Candás, F. Diurno, S. Echenique y A. Cichino. A su lado, M. A. Moschiar (locutor-animador del evento).
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