Transcurría el año 1891,
cuando se produjo en Villa Adelina el primer nacimiento. Luis Tidone y su
esposa, Magdalena Zanetti, ambos nacidos en Italia, fueron los padres de María
Tidone, la que sería con el tiempo, madre de Don Lucio Angeleri, primer inscripto
en el Registro Civil de Boulogne Sur Mer, ciudad donde todavía vive.
En ese entonces el gobierno nacional
daba a los inmigrantes tierras para trabajar, ubicadas en lugares despoblados,
que no eran posible poblar de otro modo. Alejadas de los centros poblacionales,
sin caminos que permitieran la comunicación con ellos, aún sin el
ferrocarril. El paisaje en ese entonces
mostraba una acuarela de pastos y lagunas.
Un simple papel, no se sabe si
hacía las veces de Escritura, indicaba la entrega por parte del gobierno a Don Luis de una buena extensión de tierras
que se extendían desde la actual estación de Villa Adelina, ala norte, hasta
Munro.
De a poco esta familia de
inmigrantes fue construyendo su casa. La hicieron de ladrillos, sin revocar,
con ventanas pequeñas. Poseía una galería de piso de ladrillos, con macetas desbordantes
de malvones. Un banco y una mesita invitaban los días de invierno a sentarse al
sol y en verano a disfrutar de la frescura de las tardecitas. No podía faltar una higuera, para deleite de la
familia en el verano. Era doña Magdalena la encargada de hacer el dulce en la
cocina económica, revolviéndolo continuamente con la cuchara de madera,
mientras su perfume tentador inundaba toda la casa.
No se sabe quién les regaló una plantita de hojas brillosas y fuertes. La pusieron cerca de la casa, y debieron pasar muchos años para que, en una mañana de primavera, doña Magdalena, yendo al gallinero para alimentar a sus gallinas, levantara la vista y viera una inmensa flor blanca surgiendo entre las hojas lustrosas. Llamó a su esposo: " Luigi! Luigi! Vieni qui!". Don Luis apareció sobresaltado por los gritos de su esposa que extasiada, no podía dejar de mirar a esa flor tan hermosa. ¡La magnolia por fin había florecido!
Con el tiempo unos vecinos de
dinero, muy inescrupulosos, engañaron a Don Luigi, obligándolo a firmar un
papel que supuestamente lo iba a beneficiar. En quince días fue desalojado, y
tuvieron que mudarse a José León Suárez.
La casa fue tirada abajo y en su lugar se construyó la mansión que luego
sería el Club Stella Alpina. Tanto la higuera como la magnolia seguían firmes,
testigos del tiempo y de los cambios que se iban dando en el lugar.
La higuera fue tirada abajo
hace unos años cuando se construyó un lugar de descanso para los choferes de la
línea de colectivos 71, pero la magnolia
blanca aún mantiene su esplendor a pocos pasos de la estación, cercana al
andén de los trenes que se dirigen a Retiro. Todas las primaveras, sus flores, embellecen
el lugar con su elegancia y perfume, y tal vez, en algún lugar de su memoria
recuerde los cuidados de doña Magdalena, orgullosa de tener en su rancho una
planta tan señorial.
Que las futuras generaciones
recuerden esta historia y protejan, al que seguramente es, uno de los árboles
más antiguos de Villa Adelina.
Mónica Liliana Pastorini
Me emociona porque admiro a esa magnolia junto con mi esposo desde hace 30 años en que nos casamos y la contemplamos en la estación. Gracias por contar la historia.
ResponderEliminar