sábado, 13 de julio de 2019

Recuerdos de Pili Abaca

Las charlas con viejos amigos permiten ir armando en mente el mapa del desarrollo de distintos sectores del barrio.

Pili recuerda que cuando sus padres se  radicaron aquí, frente a su casa de la calle Santa Fe -antes Estrada- al 6600, había una quinta cuya extensión abarcaba el area comprendida por Santiago del Estero, Av. Ader, Acassuso y Primera Junta.


Era la quinta de Pessano, que tenía la noria (bomba para agua de riego de tracción animal) en la calle Santiago del Estero -20/30 mts adentro, dirección a la Torre.

jueves, 4 de julio de 2019

Los Marchezotti

Luis Roberto, Carlos Francisco, Raúl 
y Don Carlos Marchezotti

Con el mismo tono cordial de todas las entrevistas, la señora María Teresa Marchezotti, nos habla de sus antepasados, en su cálida casa de Pedernera al 2300, casi esquina Paraná de nuestra Villa, junto a sus hijos Mariana, Luis y Alejandro Deutsch.




María Teresa es única hija de Luis Roberto Marchezotti, nacido el 10 de octubre de 1917 y muerto el 2 de octubre de 1998, y de María Teresa Sarotti, llamada Teni en el nucleo familiar, que nació en Munro el 11 de Febrero de 1918 y falleció el 17 de noviembre de 2002.

Su padre tuvo tres hermanos: Carlos Francisco que nació en San lsidro y no tuvo hijos, Maria Elena, madre de Clara Natalina, y Raúl que falleció a los 25 años.

Sus abuelos fueron Francisco, a quien todos conocían como Don Carlos (por su hermano que murió siendo muy jovencito), nacido en Génova en 1877 y murió en 1957, y Catalina Clara Matteri.

Cuando nos ocupamos de estas familias, pioneras de Villa Adelina, tendemos a reunir nombres y apellidos, y aunque los tratamos en distintos capítulos, una y otra vez dudamos en cuál de ellos deberíamos ubicar a las personas de quien tratamos. 

Carlos Francisco (el primero de sus tíos), fue propietario de la carnicería de Paraná y Avenida de Mayo, en el ángulo agudo de la llamada "manzana de Marchezotti" trente a la estación ferroviaria, que se llamó "La Luchadora" y que durante muchos años tuvo como inquilino a Daniel Martiniano Pardo, de quién nos ocupamos en otro lugar de estos apuntes.



Es de recordar que en la quinta de Marchezotti se hacian cultivos de verduras para consumo familiar. Su padre fue el último propietario de la misma, que estaba limitada por las calles Joaquín V. Gonzalez, Miguel Cané, Los Fortines y Paraná, ninguna de ellas abierta al tránsito.

Cuando Luis Roberto tiene 23 años se enferma y se dedica un tiempo al negocio de la carne y luego a la floricultura, en las cuatro manzanas, que mantuvo hasta la década de 1970. Esta actividad poco a poco fue desapareciendo por los loteos y progresiva construcción de viviendas familiares, trasladándose a las localidades de Garin, General Pacheco y finalmente a Escobar.

Las calles Pedernera, El Resero y El Indio no existían como tales. Sólo estaban pavimentadas Yerbal y Virrey Vértiz por las cuales se accedía a la localidad de Boulogne. 

La cordialidad de la señora María Teresa, nos invita a visitar la vieja casa familiar que fuera construida por su abuelo Don Carlos y habitada luego por sus padres y ella misma.






Recorremos la amplitud del terreno y seguimos como una buena guía, la nota de Oscar Edelstein, aparecida en Ponele la firma, Año I, N° l, de la primera quincena de abril de 1999, de Munro.

En fotografías tomadas en la oportunidad consignamos palabras de Edelstein y señalamos: la galería, la enorme pajarera vacía, la enredadera que envuelve la torre del molino de viento, las relaciones de afecto de nuestra guía Teresita con su abuelo, los enormes secretos del pasado, que en su casa guardaba Teni -su mamá-, los antiguos muebles, la radio a galena o la cocina económica.




Miguel A. Lafuente
Secretario JEHVA (Junta de Estudios Históricos de Villa Adelina)

lunes, 1 de julio de 2019

Los Abriata en Villa Adelina

Antes de la llegada del ferrocarril (el Central Córdoba Extensión a Buenos Aires) lo que actualmente se conoce como Boulogne y Villa Adelina, eran llamadas respectivamente como las Lomas de San Isidro y los Altos de Martínez. No tenían nombre propio, salvo la mención del paraje conocido como La Adelina, nombrada por lo menos desde mitad del siglo XIX en varios documentos históricos, encontrándose escrituras con esa denominación y documentos con la firma de Rivadavia (según la hipótesis del profesor Ramón Miranda)

(Nota: el profesor Miranda, fallecido, fue Miembro de Número del Instituto Histórico Municipal de San Isidro).

La última de las grandes extensiones dedicadas al cultivo de la verdura, que sobrevivió durante el siglo XX, es la que iniciara hacia 1908 el inmigrante Guillermo José María Abriata, su mujer Anna María Gobello y los doce hijos de la pareja.



Primer plano, de izquierda a derecha:
Magdalena: casada con Roque Leo, tuvieron 5 hijos: Horacio, Isabel, María Esther y Luis.
Dolores: casada con Arturo Spedaletti (primer peluquero de Villa Adelina, maestro en el arte del esterillado y uno de los fundadores del Club CASVA). Estos son padres de Roberto, Ricardo e Ilda Elda.
Paula: casada con Nilsson, tuvieron 3 hijos: Dora, "Titi" y "Cochengo" (nombres familiares).
Rosa: casada con A. Gallegos, tuvieron 2 hijos: Juan Carlos y Nelly.
Francisca: casada con Ambrosio Cámara, son padres de 4 hijos: Juan, Rita, María, Domingo (Ningola con horno de ladrillos) y Pipo (primer servicio fúnebre de Villa Adelina).
María Luisa: casada con Ciro Maggiolini.


En el medio, sentados:
Anna María Gobello, (murió el 5 de febrero de 1921) y Guillermo José María Abriata, nacido en Sezzadio, pueblo que se encuentra en la región del Piamonte, Provincia de Alejandría, el 15 de abril de 1859 (según partida de nacimiento y bautismo, que obra en nuestro poder). Emma María también es oriunda de Sezzadio. Guillermo José María murió el 21 de junio de 1931, según el acta número 17 del Registro Civil de Boulogne.

En segundo plano, los seis hijos varones:
Francisco: casado con Gervasia Cruz, vivían en Uriarte y Sarratea de Boulogne.
Juan Alejandro: casado con Francisca Angeleri, con 4 hijos: Eduardo; Telma, casada con Francisco Pérez (primera fábrica de calzados en Boulogne); Hugo Oscar (con verdulería en Independencia y Thames, con tres hijos: Patricia, Dario y Hugo), y Susana Beatriz (Titina) casada con Norberto Testorelli en 1936, padres de Miriam, Fabián y Gladys.
Pablo: casado con Margarita Capino, tuvieron 4 hijos: Pablo, Oscar, Raúl y Carlos. Pablo fue el dueño de los cines de Boulogne y una calle lleva su nombre.
José Luis: casado con Luisa Ursulina Angeleri, con tres hijos Alfredo, Celia y Clara (casada con Gino Morelli). José Luis Abriata es padre de Alfredo Aníbal, quien sería la persona a la que se refiere la señora Mónica Liliana Pastorini en su nota sobre "La quinta de los Abriata" publicada ayer. Asimismo, José Luis es el suegro de la señora Irma Isolina Remotti, Pirocha.
Pascual Felipe (soltero).
Santiago Antonio: casado con Serafina Tidoni, con 3 hijos: José Gregorio, Enrique y Ángel.
 
 
Según los archivos históricos, entonces en el Museo Pueyrredón, la quinta se puso en venta en 1908 y tenía una superficie de "treinta y un hectáreas, diez y seis áreas y cuarenta y siete centiáreas". Su dueño era Eliseo Cantón, que mandó publicar avisos para promocionar la propiedad y donde decía que la próxima estación del F.C.C.C. pasaría a metros del lugar.

Los límites de la quinta eran las actuales calles Gorriti, lindante con la propiedad de don Avelino Rolón, que después de su muerte fue donada a la "Escuela Hogar Carlos de Arenaza"; Yerbal, con las tierras recién compradas por el Ferrocarril C.C.; Colombres, con los Rebagliati -actual fábrica Orbis- y Lamadrid, con las tierras de los Hnos. Cantón (ver en el plano).
Cuando la propiedad se puso en venta y a punto de ser fraccionadas, apareció Guillermo J. M. Abriata, que sin un peso, pero con una gran amistad personal con don Agustín Repetto, el más poderoso caudillo radical de entonces, le otorgó un préstamo, sin documentos, pero con el compromiso de pagarle, cuando sus tierras estuvieran produciendo. El inmigrante era hombre de palabra, analfabeto y muy inteligente.


 Anna María Gobello y Guillermo José María Abriata

La vieja casona ya tenía su pasado. Fue construida a la usanza de los cascos de estancias de los siglos XVIII y XIX, su diseño interior del tipo chorizo, es decir, habitaciones conectadas a través de puertas con dos hojas, dando a una galería común, cada habitación con su vestidor y un sótano que se usaba como bodega, así como los ladrillos de tipo colonial, mosaicos y tejas importados de Francia. Habría sido hecha no antes de la mitad del siglo XIX. No hay documentos que avalen la antigüedad de la casa, como tampoco lo hay -por el año de referencia- a ninguna de aquella época: la del actual Museo Pueyrredón y el viejo edificio municipal de San Isidro, que es de 1872.

El domingo 12 de julio de 1908, don Guillermo Abriata y su mujer Anna María Gobello, no tuvieron otra alternativa. Habían abandonado el ranchito que tenían en terrenos del ferrocarril  inglés y con unos buenos pesos que les dio Diego Carman, el administrador del Ferrocarril C.C. en compensación por sacarlos del lugar, decidieron comprarse "algo". 

Vecinita de Mónica Pastorini 
Al fondo, la casa de los Abriata
Don Abriata, ya era un gringo totalmente acriollado, pero con todas las costumbres de su Piamonte natal en cada una de sus maneras. Recto como buen gaucho, incansable trabajador de la tierra como inmigrante hambriento y con deseos de un lugar propio que la Europa le negara, analfabeto como la mayoría de la gente de entonces, el remate de ese día era la oportunidad de su vida.
Venían de Anchorena y el cambio de siglo lo habían pasado en el rancho donde con algunos de sus hijos mayores, plantaban verdura de todo tipo. No más de una veintena de agricultores y horneros formaban la población. La mayoría arrendaba su pedazo de tierra a minifundistas que venían de vez en cuando a cobrar su renta, pero que paseaban su fortuna y vivían en el pueblo, esto es en San Isidro devoto y sitio de descanso de fin de semana de damas y damitas porteñas. En esa situación estaban los Cantón y Avelino Rolón, quienes años después serían sus vecinos. A los verdaderos dueños de la tierra muy pocas veces se les veían las caras.

La de los Abriata llegó a ser la más dinámica y rica quinta de San Isidro, y la última en desaparecer en 1978. Esta pequeña empresa agrícola arrancó con media manzana, y don Guillermo fue tan empeñoso con sus manos como rápido con la cabeza para los negocios. Tuvo visionariamente la certidumbre de que ese lugar algún día gozaría de progreso. A los pocos años de instalarse, la tierra le resultó escasa. Como los dueños de la tierra aledañas no las ocuparon, quedaron libradas a su suerte, y el labriego -con sus doce hijos- tomó posesión de las mismas.

El tren, promesa de los rematadores, no apareció por ninguna parte. Los años pasaron y los que prometieron pagar en mensualidades, abonaron las primeras cuotas y ante la falta de noticias de progreso y del ferrocarril, no pagaron más.

Don Guillermo siguió labrando la tierra y mientras no hubiera reclamos, ocupó las 31 hectáreas originales, que limitan con las actuales: Gorriti, Lamadrid, Colombres y Yerbal.

Cuando finalmente apareció el ferrocarril, también se presentaron los primeros reclamos. Pero todo lo arregló pacíficamente y aquellos reclamantes recibieron lo suyo.

En los años cincuenta se llegaron a cultivar hasta 70 mil plantas de tomates por año y toneladas de papas, zapallitos, hinojos, melones, sandías, que llegaron regularmente a abastecer a las mesas capitalinas.

Don Guillermo fue precavido con sus ahorros, ya que dejó a sus herederos una gran cantidad de terrenos, muy bien ubicados en lugares cercanos a las estaciones Boulogne y Villa Adelina.
Junto a la desaparición física de los Abriata (Ana María murió en 1921 y Guillermo en 1931) que trabajaron la tierra con sus manos, la irrupción de las casas que fueron cercando a los campos y el mal negocio que resultaba la producción de verduras, ayudó para que la Quinta de los Abriata cayera, bajo el peso de los nuevos vecinos y de los nuevos tiempos.

Atrás quedaron las ceremoniosas fiestas donde toda la vecindad, agricultores y ferroviarios recién llegados, disfrutaron de aquellas largas tertulias, que se cortaban con el "se acabó el baile" cuando el sueño empezaba a cercarlo a don Guillermo.

(Nota: se tomaron algunas referencias para este texto del periódico Pueblo Chico, de mayo de 1993).

Exposición de la Junta de Estudios Históricos de Villa Adelina en la IV Jornada de Historia de El Talar, el 24 de octubre de 2009, y la XI Jornada Histórico-Geográfica de Tres de Febrero, el 31 de octubre de 2009.

Miguel A. Lafuente
Secretario JEHVA (Junta de Estudios Históricos de Villa Adelina)