miércoles, 30 de diciembre de 2009

Fiesta de Santa Rita

La fiesta de Santa Rita Jardines de floricultores con claveles rojos, blancos y helechos plumosos en sus invernaderos. Quintas de verduras salpicadas por hombres con sapín en mano, encorvados sobre los surcos, preparando el campo para la siembra del otoño. Acequias de agua cristalina brotando fresca y transparente de los tanques australianos. Ya el frío ha producido las primeras heladas. Muy poco queda de los coloridos jardines del verano, poblados de madreselvas, rosas, jazmín del país, achiras, azucenas rosadas, enredaderas con cornetas anaranjadas, que tan primorosamente cuidan las Pastorini. Zulema, mi vecina-abuela, me contaba que a mediados de mayo la tía, con quien vivía en Rivera y Lamadrid, la obligaba, a sus catorce años, a limpiar el techo de chapa pintada de rojo de la casa. No sólo tenía que pasarle la escoba para sacarle las hojas que el otoño le robó a los paraísos, sino también fregarlo con agua y jabón. -Mirá lo que me hacía hacer mi tía!-Rezongaba Zule, recordando sus años de adolescente. -Tenía el berretín de que la casa estuviera impecable. El 22 de mayo los quinteros con sus familias iban a pasar por allí para ir a la fiesta de Santa Rita. Venían hasta de Munro con sulkis, carros, otros caminando. Nadie podía faltar. La iglesia había sido construida en 1901, en tierras donadas por don Avelino Rolón, vecino de la zona que vivía en San Isidro y que en verano disfrutaba junto a su familia de la propiedad que poseyera en lo que hoy es el Hogar Arenaza, conservándose aún en el lugar la vieja casona. La religiosidad y caridad cristiana de esta familia los llevaba a visitar las quintas y además de llevar ropa, calzados para los que los necesitaban, ver si los niños habían sido o no bautizados. Si aún no estaban bautizados se encargaban de que lo fueran, saliendo las mujeres de la familia, madrina de ellos. Es así como mi papá tuvo como madrina a doña Camila Rolón. Volviendo a la esperada fiesta, hace cincuenta años, la tradición se conservaba. Todos los vecinos peregrinaban religiosamente a la iglesia. Se asistía a la a la procesión, a la misa y después a la fiesta con kermese, carrera de sortijas y otras actividades. Mi abuelo se vestía de gaucho con bombacha “Jiuliette”, rastra con monedas, camisa blanca, pañuelo al cuello y botas de cuero. Juansú, que así era el nombre al que conocían a Juan Pastorini, alegraba la fiesta con sus payadas, tan esperadas. Mamá nos vestía de domingo e íbamos a la fiesta que no era tal si no nos compraban copos de nieve y palomitas de maíz. Casi no se podía caminar en las calles que hacen esquina en la iglesia. Los vecinos se saludaban y aprovechaban para conversar sobre novedades familiares. En el momento en que comenzaban las carreras de sortija, todos nos corríamos hacia los costados y la mirada estaba puesta en los jinetes y en la sortija, que allá en lo alto iba a ser el trofeo de los más habilidosos. Con el tiempo la fiesta se fue perdiendo. Pero todos los 22 de mayo no sólo algunos vecinos, sino también gente de diferentes localidades y de la Capital, siguen visitando la iglesia llevando sus oraciones a Santa Rita y participando de la tradicional procesión.

De Mónica L. Pastorini- Fecha: 28/12/2009
http://www.ciudadvillaadelina.com.ar/index.php?seccion=relatos

Hace 55 años

Ha sonado la sirena de las tres de la tarde. Sobre la calle Thames comienzan a desfilar con paso rápido y bolso en mano, innumerables hombres y mujeres, que no hace tanto tiempo, se dedicaban, ellos a trabajar en las quintas, en los invernáculos de flores y ellas a hacer los quehaceres de la casa, atender al esposo y a los hijos, cuidar el jardín, dar de comer a las gallinas, cocinar, limpiar… En los subterráneos de Buenos Aires, se puede leer debajo de los grandes murales: “Cerámicas Cattaneo. 1939”. ¿De acá han salido esas maravillosas imágenes, plasmadas en la arcilla? No puedo saberlo. La Fama estuvo antes en Chacarita y luego se mudaron a Villa Adelina. No conozco a nadie que pueda asegurarme en que año fue la mudanza. Sí recuerdo porque aún los conservamos con mi madre, son las teteras, las lecheras, las cafeteras, los bols, de hermosa cerámica esmaltada. Entrar a la fábrica "La Fama" (Thames entre Lamadrid y Curupaytì) era zambullirse en un mundo mágico color sepia. Las montañas de arcilla, los galpones, los hornos. Todo rodeado por un murallón que hacía misterioso el lugar. Y los camiones entrando y saliendo, y algunas calles cercanas, de tierra aún, cubiertas de moldes de yeso rotos, para que las lluvias no las hagan intransitables. Hoy el lugar está ocupado por un colegio. Pero la entrada se conserva, si la memoria no me falla, como era entonces. Sólo que, al transitar por sus veredas no se siente ya el calor de los hornos, desde sus paredes de ladrillos y a las seis de la mañana, el sonar de la sirena llamando al trabajo…

De Mónica Pastorini- Fecha: 26/12/2009
http://www.ciudadvillaadelina.com.ar/index.php?seccion=relatos

viernes, 11 de diciembre de 2009

Mail de Ana María Boado

De: Ana Boado
Fecha: 10/12/2009 08:34:14 p.m.
Para: tere.mig@hotmail.com
Asunto: Hola Tere !!

Como estás, qué emoción, cuántos recuerdos, esto me encantó y comencé a buscar fotos. Encontré las que adjunto para incorporar a este archivo tan importante.

En una como verás está mi papá con Héctor Mascitelli en su negocio de Zapatería Fénix,




también te envío la de mis quince años, donde te vas a encontrar con Estela y los hermanos Oliva, los hermanos Steiner, Muñeco, Osvaldo Camurati, los Intorno, Marta Echenique, Carlos Fernández, los hermanos Fama, y otros que lamentablemente no recuerdo el nombre, pero todos eran de Villa Adelina.

Y en la otra para homenajear al Cine Teatro Mayo el programa de un festival de las hermanas Luengo.



En realidad fueron ellas quienes me avisaron de esta página y como verás quise aportar mi granito de arena.

Recuerdo cuando íbamos en barra al cine los sábados y luego volvíamos caminando, tocando timbres...!!!!

Les mando un beso y los felicito por este blog... fue una idea brillante.

Hasta pronto.