Era el 8 de diciembre de 1965, tomaba mi primera comunión. Estábamos todos los chicos formados en hileras de cinco, el cura, junto a los monaguillos nos invitó a dar una vuelta alrededor de la plaza antes de entrar a la Iglesia. Llevaba, por supuesto, un vestido blanco (hecho por mi abue), con una vincha de tul y organza, guantes de encaje y zapatos blancos.
En el trayecto casi piso un tremendo hormiguero! Seguimos caminando y entramos a la Iglesia. No solamente era el día de nuestra primera comunión, sino que también era el día de su inauguración, faltaban los mosaicos en el piso y los bancos, pero grande fue mi sorpresa, porque cuando empezamos a ingresar se escuchaba un coro, miré a mi derecha y ¿quiénes eran? Mi abue, mi mamá, la tía Billy, el tío Polo y el tío Guillermo (hermanos de mi mamá). A mi izquierda estaba mi papá (don Aquiles) y mi hermano Enrique.
Luego de la misa fuimos a casa en el Buick 8. Un año más tarde, durante el verano del año 1966, estaba por cumplir 8 años, había comenzado a pasar la máquina por la calle Gral. Lamadrid para luego ser asfaltada, por supuesto que a la tarde, luego que la misma terminaba de trabajar, salían todos los vecinos a observar algo tan ansiado. Una vez terminado el asfalto, fui hasta la esquina con mis amiguitas y dejé las huellas de las "skippy" (que todavía están).
Luego, a medida que pasaban los años, continuaron asfaltando las demás calles del barrio, incluyendo la entonces Las Acacias (hoy Soldado de Malvinas), que tomando derecho hacia el oeste, llegaba a la casa de la abuela Mina (apócope de Guillermina) y del abuelo Mundo (apócope de Edmundo). Iba día por medio a visitarlos, pasaba después de ir a la clase de guitarra o desde casa, en mi bici, el trayecto era por General Lamadrid hasta Soldado de Malvinas, seguía derecho hacia la estación, cruzaba la Avenida de Mayo. Entre la avenida y Yerbal había un montañita (por supuesto que la calle era de tierra), pasaba sobre la montañita y seguía derecho hasta Independencia, doblaba a la izquierda, estaba el corralón en la esquina, era la tercera casa.
Siempre decimos que nuestra abuela es la más linda, ¡y lo era! Era de estatura mediana, pelo negro muy finito y ojos lilas, ¡Sí señor! ¡Ojos lilas! y no era Liz Taylor, ¡Era mi abuela! Algunos sábados a la tarde hacíamos algo poco común, como vivía a media cuadra de la Iglesia, llegada la nochecita íbamos a ver los casamientos como si hubiésemos sido invitadas, pero no íbamos a verlos porque conocíamos a los novios, ni tampoco por ver el vestido de la novia, ni por romanticismo, mi tía Billy (apócope de Billiken), cuyo nombre es Esperanza Amada cantaba el Ave María, y mi tío Fernando (su esposo) tenía un Kaiser Carabela (¡enorme!) donde llevaba a la novia de turno.
También, algún día de reunión en la casa de la abue, nos llevaba con mi mamá, mis dos tías y en aquel entonces, mis primitos, a dar una vuelta a la plaza en karting. El dueño de los mismos los colocaba alrededor del mástil y partía desde allí, daba toda la vuelta y terminaba en el mismo lugar. Cuántos hermosos recuerdos...! Veíamos juntas "Buenas tardes, mucho gusto", donde ví por primera vez a quien años más tarde fuera mi profesora de cocina: Chela Amato Negri. Me enseñó a tejer a máquina, al crochet y a dos agujas. En una de las habitaciones había algo a lo que yo le tenía terror: "una mujer sin cabeza" (el manequí), aunque a veces estaba vestida, no sabía por qué. ...Y ahí permanecerá la casa de la abuela Mina, en Independencia 1932, la plaza, la Iglesia, y la vuelta en karting.
Luego de la misa fuimos a casa en el Buick 8. Un año más tarde, durante el verano del año 1966, estaba por cumplir 8 años, había comenzado a pasar la máquina por la calle Gral. Lamadrid para luego ser asfaltada, por supuesto que a la tarde, luego que la misma terminaba de trabajar, salían todos los vecinos a observar algo tan ansiado. Una vez terminado el asfalto, fui hasta la esquina con mis amiguitas y dejé las huellas de las "skippy" (que todavía están).
Luego, a medida que pasaban los años, continuaron asfaltando las demás calles del barrio, incluyendo la entonces Las Acacias (hoy Soldado de Malvinas), que tomando derecho hacia el oeste, llegaba a la casa de la abuela Mina (apócope de Guillermina) y del abuelo Mundo (apócope de Edmundo). Iba día por medio a visitarlos, pasaba después de ir a la clase de guitarra o desde casa, en mi bici, el trayecto era por General Lamadrid hasta Soldado de Malvinas, seguía derecho hacia la estación, cruzaba la Avenida de Mayo. Entre la avenida y Yerbal había un montañita (por supuesto que la calle era de tierra), pasaba sobre la montañita y seguía derecho hasta Independencia, doblaba a la izquierda, estaba el corralón en la esquina, era la tercera casa.
Siempre decimos que nuestra abuela es la más linda, ¡y lo era! Era de estatura mediana, pelo negro muy finito y ojos lilas, ¡Sí señor! ¡Ojos lilas! y no era Liz Taylor, ¡Era mi abuela! Algunos sábados a la tarde hacíamos algo poco común, como vivía a media cuadra de la Iglesia, llegada la nochecita íbamos a ver los casamientos como si hubiésemos sido invitadas, pero no íbamos a verlos porque conocíamos a los novios, ni tampoco por ver el vestido de la novia, ni por romanticismo, mi tía Billy (apócope de Billiken), cuyo nombre es Esperanza Amada cantaba el Ave María, y mi tío Fernando (su esposo) tenía un Kaiser Carabela (¡enorme!) donde llevaba a la novia de turno.
También, algún día de reunión en la casa de la abue, nos llevaba con mi mamá, mis dos tías y en aquel entonces, mis primitos, a dar una vuelta a la plaza en karting. El dueño de los mismos los colocaba alrededor del mástil y partía desde allí, daba toda la vuelta y terminaba en el mismo lugar. Cuántos hermosos recuerdos...! Veíamos juntas "Buenas tardes, mucho gusto", donde ví por primera vez a quien años más tarde fuera mi profesora de cocina: Chela Amato Negri. Me enseñó a tejer a máquina, al crochet y a dos agujas. En una de las habitaciones había algo a lo que yo le tenía terror: "una mujer sin cabeza" (el manequí), aunque a veces estaba vestida, no sabía por qué. ...Y ahí permanecerá la casa de la abuela Mina, en Independencia 1932, la plaza, la Iglesia, y la vuelta en karting.
Viviana Alvarez Rodríguez
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