viernes, 30 de agosto de 2013

"Memorias de un emigrante zamorano" - Parte 5

EL TRABAJO CON LOS DIARIOS Y LA ESCUELA... 

He terminado el segundo grado como vimos con gran beneplácito, papá consiguió que le prestaran algún dinero y pudo comprar un reparto de diarios a domicilio, eso también era bueno.

Las finanzas en casa seguían siendo endebles, tengamos en cuenta que siempre para un obrero sin oficio ahorrar algún dinero se le hace difícil, sin embargo algo se podía.

Por otra parte papá tenía un oficio, era sastre y de los muy buenos, pero todavía no había tenido la oportunidad de trabajar en este rubro, que luego sí lo hizo, como voy a explicar, si me queda tiempo.

Yo tenía 9 años, cercano a cumplir 10, y me tocó "darle una mano" a papá que no podía hacer el reparto él solo. Si queríamos progresar, todos debíamos colaborar de alguna manera para juntar dinero, recordemos que vivíamos en una casita humilde (el "rancho") y además alquilando el terreno a mi tío Alejandro, esto nos obligaba un poco para tratar de "zafar" del alquiler y lograr tener una vivienda propia.

Mi reparto era desde aproximadamente la estación de Villa Adelina, la salida comenzaba desde el bar Bristol, ubicado a dos cuadras de la estación, donde recibíamos los diarios (convengamos que una cuadra es la expresión común en Argentina para representar una calle de 100 metros) y terminaba en el barrio Orbis que quedaba distante unas 30 cuadras de la salida.

Este era el reparto chico, el grande lo hacía papá y era del otro lado de la vía, hacia la Av. Ader. Claro, un reparto no es una línea más o menos recta, hay que ir de un lado a otro al domicilio de cada cliente, por lo que en la realidad la distancia podría llegar a triplicarse y recordemos lo que ya dije, en ese tiempo el pueblo era más parecido al campo con casas distantes unas de otras y calles de tierra la mayoría.

El tema es que se aproximaba la época de comenzar nuevamente las clases, ahora pasaba al tercer grado y en casa ya se hablaba de anotarme en el turno de tarde. Esto no me gustó nada ya que mis compañeros ya eran mis amigos y era un gusto estar con ellos todos los años, así que miramos bien la posibilidad de lograr vencer los tiempos y llegar a tiempo a la escuela, o sea un poco antes de las 8. Vimos que se podía lograr. Papá me despertaba más o menos a las 4,30 hs. siempre era de noche, aún en el verano, desayunábamos y salíamos para el bar Bristol.

Los diarios llegaban en una camioneta cerrada entre las 5,30 y las 6 de la mañana. Lo primero que preparábamos era mi reparto y salía cuanto antes (había que contarlos, ponerle los suplementos que venían aparte etc.). Si conseguía salir a las 6,30 hs. o antes, llegaba bien, en hora a la escuela, para todo esto, primero tenía que ir por casa, cambiarme y ponerme el delantal. Duran te un tiempo el reparto lo hice a pie, al igual que mi padre, más adelante mi tío Manolo, que estuvo un tiempo en Buenos Aires, cuando volvió al pueblo, Junquera, me dejó una bicicleta Bianchi, italiana, la mejor que había en ese momento, ya hablaré de él.


Papá siempre lo hizo a pie ya que no hubo caso que aprendiera a andar en bicicleta. Voy a aprovechar para contar algo inédito que sucedió en el año 1954 y que nunca encontré a nadie que lo haya visto.

Una madrugada de invierno de ese año, a la hora de levantarse (4,30 dije) papá me llamó pero no como siempre. Había en su voz un tono de admiración fácilmente advertible para cualquiera; Goyo, Goyo... ven pronto, mira esto.

Todos los días remoloneaba un poco, pero en este caso pegué un salto en la cama y me asomé como estaba, en paños menores, y vi con asombro todo nevado, los árboles frutales, las verduras de la quinta el suelo, todo era blanco y nevaba en ese momento también. Siguió nevando por unos diez minutos más, lo que no sabemos es desde que hora nevaba, pero seguramente desde más de una hora porque se llegó a juntar una cantidad en el suelo de aproximadamente 20 cm, se hundían los zapatos completamente. De pronto dejó de nevar y como la temperatura no era bajo cero, la nieve comenzó a derretirse rápidamente.

Ya cuando salimos para trabajar a eso de las 5,15 quedaban solo algunas "islas" de nieve y pronto no quedó nada. Ese mismo día y los siguientes tanto yo como mi padre preguntamos a mucha gente si habían visto el espectáculo, pero no, nunca encontré a alguien que lo viera; es que fue muy temprano y no se repitió nunca más, me refiero a ninguna vez en todos los años que tengo...

Pareciera ser que sólo mi padre y yo vimos la única nevada que ocurrió en Buenos Aires, a 18 km del Obelisco, que es la referencia o inicio de todas las rutas nacionales es decir el kilómetro 0 (cero).

Bien, otra vez volvamos al grano. Así las cosas comencé el tercer grado en la escuela y durante todo ese año puedo decir que fueron pocas las veces que llegué tarde, el motivo era que los diarios llegaban bien, en horario. Tengo otro recuerdo de este año que me viene en este instante a la mente.

Yo, a pesar de ser un buen alumno, era medio distraído (y lo sigo siendo), así es que un día llego del reparto apurado, mamá, como de costumbre me tenía lista la ropa, me cambié rápidamente y salí como un cohete para la escuela porque se me estaba haciendo tarde. Llego a la escuela y antes de entrar a clase me doy cuenta que no tenía puestos los pantalones. Me había olvidado de ponérmelos. De todos modos nadie se dio cuenta, con el delantal puesto y un poco de cuidado de mi parte no se notaba.

Para esta época llegó al barrio Antonio Fuente y familia, casa por medio eran vecinos nuestros, digamos que uno de sus hijos es Héctor Manuel, dirigente actualmente del Centro Zamorano de Buenos Aires y primo mío en segunda generación. También llegó a Buenos Aires, procedente de Junquera y vino a vivir con nosotros, el hermano de mamá Manuel Calzón, "Manolo" para todo el mundo, no recuerdo quien llegó primero, mis primos o él, pero eso no tiene importancia. Después hablaré de ellos.

Continuando el relato de los diarios y la escuela, digamos que cuarto grado también lo pasé sin problemas, no digo nada en este caso porque no encuentro algo relevante para contar más allá de algunas llegadas tarde, ¡aunque esto es lo relevante! y se me estaba pasando, cada vez que llegaba tarde, me regañaban y me trataban de "dormilón", tienes que levantarte más temprano y todas esas cosas... yo lo aceptaba sin decir nada... solo un sí señorita voy a tratar de ser puntual, pero no decía nada de lo que hacía antes de ir a la escuela. Me daba vergüenza,... yo pretendía ser igual a todos.

Así llegamos al quinto grado. En este año "tengo bastante tela para cortar" pero no voy a extenderme mucho.

El tío Manolo, no se adaptó a Buenos Aires y se volvió a España, estuvo 2 años más o menos, siempre con nosotros, pero un día se fue. Como ya he dicho, me dejó su bicicleta, la Bianchi, que usaba para ir al trabajo. Yo la acondicioné, le puse un canasto y empecé a hacer el reparto con ella.

Cuando hacía el reparto, un cliente estaba a la vuelta del colegio y dos más a unos 50 metros de él, sobre la Av. De Mayo, por lo que todos los días pasaba por delante, incluso por la entrada, pero muy temprano, alrededor de las 6,45. Ahora veremos por qué esta aclaración.

Ese año no sé qué pasó con el distribuidor de los diarios, creo que cambió de dueño y aquí empezó el problema para mí ya que el horario de llegada comenzó a ser irregular y muchas veces llegaban tarde, con lo cual, lamentablemente yo también llegaba tarde a la escuela y esto se repetía con frecuencia. Pasó a ser seguido los días que llegaba tan tarde que la clase estaba empezada con todos los alumnos en el aula... Se imaginan a mi maestra... me decía de todo menos lindo, me ha llevado a la dirección, (en aquel entonces eso era grave, no sé ahora)... Una reprimenda común era: Cómo es posible que un alumno como tú, con tu capacidad seas tan vago, si continúas así vamos a tomar medidas muy serias y bla... bla... bla etc. , yo como siempre agachaba la cabeza y callaba. Voy a hacer una acotación.

Espero que no se malinterprete, porque fué así y no puedo decirlo de otra forma. Esta maestra era muy buena persona, pero tenía faltas de ortografía y no era muy hábil con las matemáticas.

Así es que en numerosas ocasiones, juro que lo hacía inocentemente; señorita esa palabra no va con "S" va con "C", o señorita eso se saca aplicando la regla de 3 simple y el resultado es 325,74 por citar un ejemplo... Demás está decir que se ponían "verdes" digo se ponían porque también sucedió en otros grados, pero insisto, nunca se me pasó por la cabeza ponerlas en ridículo, lo que pensaba es que era mi obligación advertirles el error. Y se deben haber dado cuenta que era así porque ninguna jamás se me puso en contra o me "aisló" de alguna manera por este motivo.

Volvamos a mis llegadas tarde. Un día los diarios llegaron tan tarde, que cuando pasé por el colegio estimo que eran más de las 7,30, ya había varios chicos que estaban entrando, siempre hay algunos tempraneros y... a que no adivinan a quien me encontré cuando di la vuelta al colegio para entregar el diario al cliente que mencioné que vivía ahí, a la vuelta... ¡sí... a mi maestra!...

Buenos días señorita le dije (estaba a dos metros de mí)... no me contestó,... se quedó con la boca abierta, parada donde estaba, me vio cuando tiraba el diario en un balcón del primer piso (ahí vivía el cliente), yo me alejaba y me daba vuelta de vez en cuando y la veía en el mismo sitio mirando cómo me alejaba...


Bueno, se imaginarán que ese día llegué más tarde que nunca, pero sucede que yo nunca quería faltar y en esa oportunidad bien podía haberlo hecho..., así que mis pensamientos daban para cualquier cosa mientras iba camino a la escuela; se había descubierto al fin lo que venía ocultando durante años.

Lo que sigue es uno de los momentos más emotivos que me han tocado vivir, superado sólo por la parte que le tocó a la maestra. Tengamos en cuenta que durante el año y hasta ese momento me vino "pegando fuerte" por lo que pienso que el sentimiento de culpa que  tendría no sé cómo lo habrá superado.

Veamos que pasó: Cuando entré al aula, estaba pálida y se puso a llorar. Los alumnos no entendían nada y quedaron expectantes, todos sentados viendo un espectáculo inusitado. La maestra se calmó un poco y entre sollozos dijo que todo el mundo se ponga de pie.

Cuando pudo hablar, hizo el comentario de todo lo sucedido... no vale la pena relatar la novela que hizo, digamos solo el final. A todo esto yo ya había perdido el sentido de vergüenza que he mencionado, pero digamos que lo reemplacé por el de tristeza.

Este chico que tenemos delante, compañero de todos ustedes es el mayor ejemplo de virtud que tenemos en la escuela, viene después de realizar un trabajo y a pesar de eso es el más aplicado de la clase, por lo tanto les pido a todos un gran aplauso, es lo menos que se merece y por mi parte te pido perdón por los malos ratos que te hice pasar, pero yo no sabía nada de esto ni podía imaginarlo... nuevamente llanto... muchos aplausos... FIN.
(Parece que era medio especialista en hacer llorar a las maestras...)


(esta transcripción seguirá)

domingo, 25 de agosto de 2013

"Memorias de un emigrante zamorano" - Parte 4

MI INGRESO A PRIMERO SUPERIOR

Primero debo aclarar para quienes no saben y principalmente para los más jóvenes, como era la escala de clasificación en los estudios primarios de esa época.

Los años que se debían cursar eran 7, pero se clasificaban de la siguiente forma: 1º Inferior, 1º Superior, 2º, 3º, 4º, 5º y 6º y se denominaban grados, no años, por ejemplo tercer grado "B", porque podría haber, según la cantidad de alumnos tres o más terceros grados, por lo que en tal caso serían tercero A, tercero B, tercero C y tercero D. La letra identificaba que tercero era.

Este modo de clasificar los grados no me pareció nunca muy lógico, por ejemplo, si cursabas el tercer grado significaba que en realidad estabas en el cuarto año de estudio.

En la actualidad y desde hace años se eliminó el primero superior, como debe ser, y se estableció para Capital Federal la escala más lógica del 1º al 7º grado. En la provincia de Buenos Aires se agregaron dos grados más, también obligatorios que vienen a ser preparatorios de los estudios secundarios.

Este prólogo viene a cuento para poner al tanto al lector de cómo eran las cosas en esos tiempos porque ahora voy a contar el momento que le tocó vivir a mi madre cuando fue a anotarme para el próximo grado, es decir, primero superior.

Estando ya en fecha para inscribir a los niños en el próximo ciclo lectivo, un día mi madre fue hasta la escuela para hacerlo. Se trataba de la nueva escuela, grande, hermosa, con gran capacidad para recibir muchos alumnos, por lo que ya sabíamos que íbamos a estar cómodos en sus modernas instalaciones. Hasta tenía olor a nuevo.

Este relato es de mi madre, yo no estuve presente. Dice que había varios escritorios, cada uno con una fila de madres que iban, como ya he dicho, a inscribir a sus hijos. Cuando le piden los datos míos y dice mi nombre, lo escucha la maestra del escritorio de al lado. No me digas que ese chico te va a tocar a ti... no te imaginas lo que es... que suerte tienes... y un montón de elogios, en fin... que mamá llegó a casa recontenta.

Para hacerla corta diré que ese grado también lo superé con holgura y sin ningún problema, era el año 1950 y como anécdota diré que todos los días se habría el cuaderno con la fecha del día y la frase: 1950, año del Libertador General San Martín. Luego de ello comenzábamos la actividad del día.

ENAMORARSE DE LA MAESTRA...

Al igual que el año anterior, cuando mamá me fue a inscribir para el segundo grado parece que hubo comentarios similares, yo ya era conocido por bastante gente de la escuela. Pienso que mucho tendría que ver mi acento y mi condición de "charlatán" desenfadado. En cuanto al acento ya se notaba poco, me estaba argentinizando a grandes pasos.

Mi maestra se llamaba (espero que se llame todavía; porque era joven...) Carolina Roca y fue el ser más adorable que haya conocido en todos los años de estudiante, primarios y secundarios. Después que ella nació, se rompió el molde... Además era muy linda y estimo que tendría entre 18 y 20 años.

Era tan buena persona y tenía una capacidad para enseñar tan especial que todo el grado, varones y niñas (era mixto) estábamos "enamorados" de ella, entiéndase bien, en el buen sentido.

Miren como sería la cosa, que el "Negro" Lucero (Lucero es el apellido y negro le decíamos cariñosamente) un día tuvo que cambiar de turno, este era de mañana y pasó a la tarde porque tenía que ayudar a su padre en el trabajo.

El padre era hacedor de pozos ciegos. Para quienes no saben, los pozos ciegos se usan en lugares donde no existen cloacas es decir una red sanitaria, y a ellos van a parar las aguas de los baños y cocinas. Esto es muy común aún en la actualidad en muchas localidades.

Pero este trabajo no puede hacerse cuando llueve... y que piensan que sucedía en estos días?... pues el Negro Lucero estaba sentado en su lugar de siempre, sin delantal, solo venía para estar con nosotros, aunque todos sabíamos que el motivo principal era ver a la maestra más que a nosotros.

Siempre lo dejaron pasar, no hubo obstáculos que impidieran su presencia, piensen cuando llueve varios días... pues lo teníamos varios días. El problema era para él, pobre, esos días tenía doble jornada porque tenía que asistir a su clase que era a la tarde.

Ahora viene la relación de la maestra conmigo... Cuando llegábamos a la escuela más o menos 7,45 a 7,55 íbamos directamente al patio que era bien grande con el mástil de la bandera en el medio.

A las 8 en punto sonaba el timbre y a formar. Todos los grados en una fila de menor a mayor estatura; yo sería el 8º al 10º de la fila que en total debería tener entre 30 y 40 alumnos.

En ese momento, antes de cantar Aurora y enarbolar la bandera, todas las maestras se la pasaban recorriendo la fila de su grado de una punta a la otra. La primera vez que pasaba al lado mío, mi maestra, Carolina, se agachaba, ponía su cara al lado de la mía y suavemente me decía: Dame un beso... Alguien se imagina como me sentía yo??... ¡en la gloria naturalmente!. Esto sucedía todos los días. Lo que pasa es que después había que escuchar las cargadas de los compañeros de grado y de otros grados que veían lo sucedido, ehh oreja de la maestra... y otras cosas, algunas subidas de tono...

En ocasiones decidía pasar, una hora, por ejemplo, en una especie de recreo dentro del aula. Cerrábamos bien la puerta y las ventanas y cantábamos; todo el que supiera cantar pasaba al frente y cantaba. En esto se destacaba el "tano" (por italiano), Leopoldo Totera con canciones napolitanas, Pilar Martín, que a pesar de su nombre y apellido era francesa y naturalmente cantaba en francés, arrastraba la "rr" y todo, el Negro Lucero con canciones de nuestro folclore y yo con alguna de las que sabía.

En este asunto del cante, no había como pararlo al tano Totera, se entusiasmaba y quería cantar siempre él.

También hay un episodio medio dramático y muy tierno a la vez conmigo y mi maestra, Carolina. Un día salgo al recreo junto con todos los compañeros del grado y al llegar al patio veo una figurita en el suelo, me agacho para recogerla y desde atrás recibo una tremenda patada en los testículos. Caí al suelo ya desmayado.

Debo decir que había un "juego" muy bruto que le llamaban "el que se agacha la liga" y tiraban una figurita en el suelo. La cosa era levantarla sin que te peguen, había que ser muy rápido. Además en esos años había bastantes analfabetos ya medio adultos, era común ver alguno de 12 ó 13 años en el primer grado y fue justamente uno de estos grandotes el que me pateó. Yo conocía el juego, incluso me prendía en él, pero en ese caso recién pisaba el patio y no me di cuenta de lo que pasaba.

Me desperté viendo la cara de mi maestra que me llevaba, colgando la cabeza y los brazos, y las piernas desde las rodillas, es decir, iba cruzado en los brazos de ella. Alguna de sus lágrimas cayó sobre mi cara ya que la pobre mujer, mejor dicho la pobre chica, porque era muy joven, como ya dije, iba llorando caminando ligero por el pasillo que conducía a la dirección.

Cuando vio que abrí los ojos y que empecé a reponerme, lloraba más compungida, pero ahora esbozaba una sonrisa y me abrazaba. Después de un rato, ambos ya estábamos bien, claro yo con dolores por varios días.

Después de lo expuesto, que es la pura verdad, alguien puede pensar que mis sentimientos hacia ella, como dije en el principio son exagerados? Mientras viva nunca olvidaré un detalle y digo que hay mucho más para contar pero lo vamos a dejar aquí.

Solo voy a agregar que también aquí actué en una fiesta Patria, ahora en el escenario del salón de actos de nuestra nueva escuela, que dicho sea de paso, era un salón que no tenía nada que envidiarle a un teatro de los comerciales.


En esta oportunidad lo hice con varios compañeros del grado, bailamos un carnavalito "El Humauaqueño" y mi compañera de baile fue María Eugenia Arditi Rocha, descendiente de Dardo Rocha el fundador de la capital de la Provincia de Buenos Aires, La Plata. Había que verlo al "galleguito" vestido con ropas típicas del norte argentino...
(este relato continuará) 

viernes, 23 de agosto de 2013

"Memorias de un emigrante zamorano" - Parte 3

1949 COMIENZO LA ESCUELA

En el pasaporte no está muy claro si la llegada al país fue el 18 o el 19 de Mayo de 1948, justo el 8 ó el 9 del sello se lo ve un poco cortado, de cualquier manera yo tenía 6 años cumplidos el 19 de febrero por lo tanto estaba en edad de comenzar las clases, pero bueno, éstas empiezan a principio de Marzo, nosotros llegamos más hacia fines de Mayo y todavía sin lugar de residencia estable.


Recién a principios de 1949, cuando nos mudamos al "rancho" en Villa Adelina, puedo decir que teníamos un domicilio constituido, en la calle Jean Jaurés 3978, se pronuncia yean yoré [sic], pero para nuestros padres y la mayoría de los vecinos era Juan Jaurez, así lo escribían en las cartas y llegaban, se ve que en el correo y el cartero ya sabían de este asunto.


Y bien, en Marzo de 1949, ahora sí, estando todo en condiciones comencé a estudiar el ciclo primario en una vieja y humilde escuelita, que funcionaba sobre la calle Fernández Espiro a media cuadra (50 metros) de la estación Villa Adelina. Digamos que a otros 50 metros, se estaba terminando la escuela Nº 12, un edificio de lo mejor y muy amplia, que se estrenó el año siguiente, por lo que me tocó estar en el fin de una y la inauguración de otra.


Vale la pena acotar que la misma calle pero de la vereda de enfrente se llamaba Los Fortines... Esto era debido a que aquí se dividen los partidos de Vicente López y San Isidro, se ve que en aquel entonces los intendentes no se ponían de acuerdo y cada cual le puso el nombre a su antojo sobre la vereda que le pertenecía a su partido. Hoy y desde hace tiempo la calle citada se llama Paraná en las dos veredas por supuesto.


Empecé la escuela sin saber lo que era un lápiz, comenzamos haciendo "palotes", que así se le llamaba a las rayas verticales diagonales etc. que escribíamosen el espacio de los renglones, evidentemente con la intención de ir dando ductilidad a la mano para la escritura.

Vamos a abreviar porque el tiempo sigue corriendo.


Mi idioma "Argentino" recién empezaba a formarse pero con pocos meses de residente era notable el acento y la pronunciación española, sin embargo esto cayó muy bien entre las maestras, por otro lado mi condición de alumno era muy buena y esto facilitaba aún más las cosas. La cuestión es que sucedió algo insólito como verán.


No tengo presente si fue para el 25 de Mayo o el 9 de Julio, pero sí que era una fiesta patria donde se festeja la libertad conseguida por el pueblo argentino de la conquista de los españoles, por lo que se realiza un acto de concurrencia obligatoria y luego cada grado y de cada año tiene algún representante que actúa, generalmente recitando algún verso alegórico a la fecha que se festeja.


Hete aquí que el primero inferior (el de inicio del estudio) presenta su "artista" elegido (normalmente ponen al mejor alumno) quien sube al escenario y comienza a recitar con su mejor voz "Bombas de estruendo resuenan anunciando la alborada..." (Sigue)... pero... hay algo extraño... el acento de ese niño... tan castizo, parece un español... y vaya si lo era, de pura cepa... me han aplaudido y todo, pero ahí no termina este episodio, cuando bajo del escenario improvisado en el patio, me vienen a saludar maestras, otras personas y una nueva sorpresa, ... pero tienes puestas dos escarapelas... pues sí señorita, tengo la argentina y como yo soy español, también tengo la española, no le parece bien? ... Todo les pareció bien y de hecho también terminó bien.


Pero si bien yo era un chico aplicado, de buen carácter y "manso", si alguien me buscaba era seguro que me iba a encontrar; no iba a ser yo quien iniciara la pelea y seguramente que iba a tratar de evitarla, pero si no quedaba otro remedio... a las castañas. Es que en esta edad y con la relación que se establece con los demás niños se forma una persona en cuanto a carácter y forma de ser; se aprende de todo, también que es lo que está bien y lo que está mal, lo importante es saber diferenciarlo y que "mamemos" lo bueno de la vida de relación sin desconocer lo que nos perjudica o nos perjudicará cuando seamos más grandes.


Vean un episodio, de los varios que tuve que atravesar, en este, mi primer,año "en la selva". Digo así porque recuerden que hasta aquí yo era un niño mimado por todos, recuérdese el relato "CON EL CURA, DON EUSEBIO" y se darán cuenta que nunca había tenido que luchar ni defender mis derechos.

El comentario que voy a hacer es así: Resulta que en el medio del patio de la escuelita había un bebedero de agua, esos que sale un chorro de agua del centro hasta unos 10 ó 15 cm de altura y es usado por los alumnos cuando tienen sed.


Pues había un chico bastante corpulento que no sé a qué grado iría pero la cosa es que un día se le ocurrió hacerse el "dueño" del bebedero, por consiguiente solo podía tomar agua el que él quería. Por supuesto los que él les permitía tomar agua eran más grandes que él... Así las cosas, cualquiera que se arrimara a beber lo sacaba con cajas destempladas y le advertía que si volvía le iba a dar unas cuantas trompadas, porque, aquí toma agua el que a mi se me da la gana, y todo eso. Realmente a los más chicos nos infundía miedo, pensemos que era el primer grado y quien más quien menos éramos inocentes que no estábamos acostumbrados a estas cosas.


Pero pronto se aprende,... un día tomé coraje, tenía sed, así que me acerqué para beber agua; por supuesto se puso delante de mí amenazante... tomátelas de aquí porque te meto una trompada que te rompo la cara... Mi respuesta fue un violento cross de derecha directo al medio de la nariz que lo revolcó por el piso... Anonadado, se levantó tomándose la cara con las dos manos (semejante golpe en la nariz duele de veras) se mira el guardapolvo lleno de sangre, que salía de las dos fosas nasales en abundancia y el muy malevo... se pone a llorar desconsoladamente. Se acabó el guapo para todo el año.


De allí, fuimos los dos a la dirección, a él lo pusieron a un costado para curarlo y a mí me han reprendido (pero no mucho...), lo que pasa es que él ya tenía un "prontuario" como chico con problemas de conducta y yo todo lo contrario, por lo tanto todo el asunto no pasó de una reprimenda para ambos.


Luego de este "debut" tuve otras peleas pero sin consecuencias, realmente eran cosas de chicos.


Así transcurrió mi primer ciclo lectivo en la escuelita, yo la pasé muy bien, tan bien, que me gustaba de verdad ir a estudiar, en realidad lo tomaba como un juego divertido que duraba 4 horas.


Hasta aquí, el relato pareciera indicar que todo en mí era alegría, que no tenía consecuencias el desarraigo, que era un chico feliz a quien nada de esto lo hubiera afectado.


Nada más alejado de la verdad... Todas las noches soñaba con mi pueblo, con Don Eusebio, Dolores, los abuelos y todos los afectos que tenía y que estaban plenamente vigentes en mi memoria y mis sentimientos.


Muchas veces despertaba de noche y por un momento me parecía que estábamos allí, que habíamos vuelto, en la oscuridad la imaginación vuela aún estando despierto... pero pronto caía en la cruda realidad y las lágrimas corrían por mis mejillas y había de llorar en silencio para no despertar a nadie... Luego, a la mañana me levantaba triste, pero sacaba fuerzas de no sé donde, me sobreponía a todos los recuerdos y trataba con bastante eficacia ser lo más parecido posible a lo que era... Esto que cuento me sucedió durante muchos años...
(continuaremos con estos relatos) 

lunes, 19 de agosto de 2013

"Memorias de un emigrante zamorano" - Gregorio Fuentes

Parte 2

UN GALLO INTELIGENTE POR NATURALEZA Y LA GALLINA "MORADA"

No creo que exista un animal más difícil de enseñar a hacer alguna cosa, que una gallina o un gallo, de hecho nunca se ve ninguna en algún espectáculo haciendo algo. Solo una vez y a nivel de estudio científico vi a una que luego de mucho trabajo aprendió que picando en un botón se abría una pequeña compuerta y caía un grano de maíz que inmediatamente se lo comía.

Esto va como prólogo para darle una dimensión adecuada a algo que paso a contar.

Calculo a ojo de buen cubero, que en el gallinero habría unas 30 gallinas, ya que en algunas ocasiones yo mismo retiraba los huevos de los nidos y hemos llegado a juntar hasta 24 en un día, claro que en ciertas épocas del año no ponían tanto, pero igual no sabíamos ya que hacer con tantos huevos.

De cualquier modo, en esos tiempos la solidaridad y las "buenas costumbres" entre los vecinos estaba siempre presente, así es que nosotros regalábamos huevos a todo el que necesitara y siempre venía de vuelta alguna cosa, en cualquier momento; un pedazo de torta, alguna porción de una comida,... recuerdo a nuestro vecino de la derecha, Flia. Piccioni.

Un día se aparecieron con un pedazo de asado al asador, caliente y jugoso, recién hecho que alcanzó y sobró para comer todos nosotros.

Debe haber sido el mejor asado que comimos nunca ya que todos lo recordábamos.

Por el lado de la izquierda, estaba la Flia. Cervini, con Doña Sara a la cabeza (quiero decir la ama de casa) con su marido Don Enrique Cervini y una única hija, Rita Beatriz (la "Tati") quien lamentablemente hace pocos meses falleció de un cáncer de mama descubierto tardíamente. Pues por éste otro lado también era común este tipo de "intercambios", lo mismo que de enfrente, de la esquina, de Don Washington y su mujer Doña Catalina, ambos italianos, en fin, con cualquier hogar era común esta especie de "trueque".

Eran tiempos de gente laboriosa, comunicativa, honesta, servicial, no había delincuencia, al menos yo no recuerdo ningún episodio de ésta índole, tiempos donde la alimentación no era un problema, eso era barato y más con el modo de vida que estoy comentando (huerta, etc.) en cambio otras cosas ya tenían precios costosos, digamos ropa, artefactos para el hogar y otros.

Todavía se confiaba en la gente, recuerdo cuando papá se apareció en casa con una radio... nuestra primera radio, esas con gabinete de madera lustrada que se pueden ver en algún anticuario, creo que todavía funciona, al menos la vi funcionando hace poco en casa de mi hermano Miguel, "que ya pasó el año de vida" (es una broma por la edad que tenía cuando llegamos al "rancho"). Se la vendieron a crédito, a pagar $ 50 por mes en seis meses, total $ 300; único requisito para otorgarle el crédito... un apretón de manos... Se hizo un estante sobre una pared, bien hecho, también de madera lustrada solo para poner allí la radio. Esto solo ya da una idea de los valores que se manejaban con los precios; papá en la fábrica no llegaba a cobrar $ 500 por mes.

Quien lea esta biografía se dará cuenta que no hay nada armado, escribo tal como me vienen los recuerdos por lo tanto los relatos quedan medio desordenados,... que tendrá que ver todo esto con el gallo y la gallina morada...

Bueno, retomemos el hilo; el asunto es que un día voy a buscar los huevos y como dije anteriormente, los nidos estaban adentro del "dormidero" es decir la parte cerrada con tablas del gallinero (digo al pasar, todo estaba pintado de blanco con cal), cuando termino de juntarlos en una canasta, salgo de este ambiente y oh sorpresa... todas las gallinas estaban afuera del gallinero comiendo a sus anchas todo lo que encontraban en la huerta.

Pero ¿qué pasó?... yo no me olvidé la puerta abierta... de eso estoy seguro, viento no había... la puerta estaba abierta completamente,... bueno ya está, no sé qué pasó pero metamos pronto las gallinas adentro porque en un rato no dejan nada.
 
Al día siguiente, sin pensar en lo sucedido el anterior, voy de nuevo a buscar los huevos y nuevamente al salir... todas las gallinas en la quinta haciendo de las suyas. Suerte que era relativamente fácil meterlas adentro; un par de gritos y entran solas.
 
Pero este asunto me dejó pensando, me dije, qué demonios está pasando, porqué se abre la puerta, si no hay viento, el nivel del portón de alambre era tal, que la puerta se recostaba sola contra el alambrado manteniéndose cerrada y entonces qué?...
 
Al otro día, entré al gallinero pero no al habitáculo cerrado, me quede por ahí un buen rato observando la puerta, necesitaba develar el misterio... no pasaba nada por lo tanto entré a buscar los huevos. Qué creen que vi al salir??... ¡todas las gallinas afuera en la quinta! Y daba la impresión que las guachas comían más ligero sabedoras que enseguida las iban a encerrar. Se entiende que si le pongo el gancho de cierre al portón desde adentro, que podía hacerse, se acabó el problema, pero si nunca fue necesario hacerlo porque la puerta no se abría, porqué iba a ponerlo, no señor, tenía que descubrir que estaba pasando.

Al día siguiente entré al gallinero dispuesto a perder todo el tiempo que fuera necesario, pero tenía que descubrir lo que pasaba. Igual que el día anterior, me quedé dando vueltas entre las gallinas, vigilando la puerta... no pasaba nada... así que entré a la pieza de los nidos, pero sin perder un segundo me puse a mirar por una de las ranuras que quedan en las uniones de las tablas de la pared que da al gallinero propiamente dicho, ya que esta pieza o dormidero como la he calificado, estaba construida sobre el costado derecho, mirando de frente. Mi vista estaba fija sobre la puerta por lo que la sorpresa que me iba a llevar no iba a estar completa, ahora verán porqué.

En un momento veo llegar al gallo corriendo hasta la puerta, era un bataraz de los grandes, pero no vi desde donde arrancó la carrera ni que estaba haciendo. Con el asombro que se pueden imaginar veo que con el pico busca una hendidura entre el borde de la puerta y el parante de hierro donde se apoya la misma, hasta que consigue engancharla y sin soltarla camina hacia atrás hasta abrirla completamente.

Acto seguido sale a la quinta él solo y una vez afuera cacarea con un sonido modulado muy especial y no muy fuerte llamando a las gallinas, que ahora sí, salen en tropel y en un segundo están todas afuera, en la quinta.

Se imaginan que mi curiosidad por saber todo lo sucedido, ahora era mayor, porque al gallo lo vi cuando ya estaba cerca del portón, por lo que nuevamente metí todas las gallinas adentro y no dije nada, al gallo ni lo miré. Nuevamente al otro día fui por los huevos, estuve un ratito afuera mirando al gallo de reojo buscando que no se diera cuenta de nada. Luego me metí en la pieza e inmediatamente me puse a mirar, pero ahora con la vista puesta en el gallo. Crean que no hay ninguna exageración en lo que sigue, yo mismo a través de los años me cuesta creer lo que vi, no nos olvidemos que se trata de un simple gallo atorrante. Estaba más lejos que cualquier gallina, haciéndose el tonto picoteando el suelo como saben hacer... de pronto levantó la cabeza, miró bien para todas partes hasta que se dio cuenta que nadie lo veía... salió corriendo hacia la puerta y la abrió de la misma manera ya explicada.

No creo que haya nadie en el mundo que pudiera explicar el proceder de este animalito, que me estaba mostrando que no lo era tanto. Vean la picardía e inteligencia natural incomprensible bajo todo punto de vista... nadie nunca le enseñó nada, como pudo llegar a discurrir esto??, sencillamente asombroso.

El caso de la gallina morada es distinto, aquí se trata de un ave de corral no común en muchos aspectos y que vale la pena destacar sus cualidades. En principio llamaba la atención el color de su plumaje... era violeta... parecía que estaba en representación del Vaticano, debido a este color, mamá la identificaba como la "gallina morada".

Realmente nunca en mi vida vi una gallina de este color y no conozco a nadie que haya visto algo igual. Pero si esto hubiera sido todo no sería para tanto, no, veamos como sigue. Era muy mansa, comía de la mano y se dejaba agarrar sin ningún problema, era ponedora aunque no de las mejores, pero cuando se ponía clueca, según mamá, ya que yo eso no lo recuerdo, decía que era la única que le ponía 24 huevos y le sacaba 24 pollitos...

Mientras estaba empollando la podíamos tocar, acariciar y levantarla un poco, desde debajo de ella, para ver si todos los huevos estaban bien, que no hubiera alguno roto, nunca nos hizo nada, digamos que cualquier otra se pone nerviosa chilla y picotea.

Una vez que tenía los pollitos los cuidaba con verdadero amor de madre, era un gusto observar todos sus movimientos y principalmente a la hora de dormir. Se ponía bien ancha abriendo su plumaje y albergaba los 24 polluelos. Claro, los pollitos iban creciendo y ya algunos quedaban medio afuera de ella.El problema se generaba día a día con el crecimiento; voy a explicar para quienes no saben, que hay un momento que los pollos tienen un tamaño que la gallina ya no los puede contener debajo de ella para darles calor, entonces cuando se quieren meter debajo, los pica para alejarlos y si insisten los vuelve a picar hasta que se dan cuenta que "es hora de independizarse" y la abandonan.

Esto tampoco sucedió con la gallina morada; era cómico aunque muy tierno ver un "ramillete" de pollos ya bien grandes queriéndose meter debajo de ella, por supuesto era imposible que entraran todos por lo que al empujarse entre ellos, el espectáculo que veíamos era de una gallina subida arriba de un montón de pollos que "viajaba" de un lado a otro, ya que ella estaba en el aire. Igual nunca echó a ninguno ni los picó, terminaban yéndose solos los grandulones.
(continuaremos con este  relato)

Algunos fragmentos de "Memorias de un enmigrante zamorano", de Gregorio Fuentes (ex vecino de nuestro barrio)

Parte 1

...Resulta que tío Alejandro tenía un terreno en Villa Adelina, partido de San Isidro en el conurbano bonaerense de la Provincia de Buenos Aires que no lo ocupaba, por lo que en conversaciones con mis padres llegaron a un acuerdo de alquiler, para que luego nosotros y por nuestra cuenta levantáramos una casita a fin de vivir en forma independiente.

EL "RANCHO", LOS MEJORES RECUERDOS DE MI VIDA

Así fue que se comenzó a construir una vivienda humilde, tenía una pequeña parte de material (ladrillos y revoque) y el resto de madera de cualquier tipo, la cosa era lograr algo que nos albergue a todos y después ir ampliando o terminando lo que hubiera hecho. En cuanto estuvo terminada una habitación, la cocina y un baño, ya nos mudamos, recordemos que éramos "tres y medio", es decir mis padres, yo y mi hermano que para ese momento contaba con aproximadamente un año, mi hermana Pilar continuaba viviendo con mi tía Lucía en Barracas.

Luego se agregó un pequeño galpón y más adelante se hizo otra habitación, ésta última cuando vino también de Junquera, a vivir con nosotros, mi tío Manolo, hermano de mamá, más adelante haré referencia a su paso por Argentina. Para todo esto, mi hermana ya estaba viviendo con nosotros, es decir que aproximadamente un mes o dos, después de estar en Villa Adelina, ya estaba la familia completa.

Quiere decir que a los 8 meses más o menos de haber pisado suelo Argentino, ya estábamos  viviendo en una casita humilde, que le llamábamos "el rancho" pero todos juntos e independientes, si bien había que pagar un alquiler que para el sueldo de un obrero pesaba. Papá trabajó en una Fábrica creo que era textil MANDIYÚ en un principio, si bien no estaba lejos de cada tenía que viajar, por lo que no mucho tiempo después cambió a otra más chica pero cerca de casa por lo que podía ir y venir caminando.

No sé el nombre del establecimiento, lo que recuerdo es que nombraban a ROSMAN, tal vez se llamara así o bien era el nombre del propietario.

La cosa es que en ese tiempo no había ninguna dificultad para conseguir trabajo. No trabajaba el que no quería trabajar. Cuando llegaban las 6 de la tarde era un concierto de sirenas de las numerosas fábricas que había en la zona de Villa Adelina, Carapachay, Munro y otras localidades vecinas.

Como la zona todavía era medio parecida al campo, es decir no era una ciudad, incluso había pocas calles asfaltadas, por lo tanto el sonido ululante de las sirenas llegaba hasta muy lejos.

Recuerdo ver en todas, un letrero bastante grande, puesto en la vereda, sobre la entrada principal, donde en la parte mas alta se leía, SE NECESITA, con varios casilleros donde se introducían chapas con leyendas del personal que se buscaba, por ejemplo; operarios, torneros, chapistas, pintores etc. etc. Estas chapas eran intercambiables pero siempre había alguna o algunas. Hoy no solo no están los letreros... ¡no están las fábricas!!

Siguiendo el relato en casa; el terreno tenía dimensiones amplias, era de 8,66 metros de frente por 50 metros de fondo. Esto nos permitió hacer un gallinero que ocupaba todo el fondo a lo ancho por unos 5 a 6 metros, es decir unos 50 m todo alambrado y con un "dormidero" (habitación y techada) incluido donde también estaban los nidos, hecho de maderas de cualquier tipo, incluso de cajones de manzana y chapas en el techo, también con dimensiones generosas.

En el resto del terreno había árboles frutales y una huerta que ocupaba todo espacio libre del terreno, salvo algunos lugares donde había un jaulón con conejos, una pareja de patos con su pequeña laguna, también teníamos un perro (llamado Tul), un gato, una cotorra (coquita), no sé si la conocen por este nombre (cotorra), pero digamos que se trata de un loro pequeño, en este caso hembra.

También teníamos una tortuga. El perro y el gato dormían juntos, era todo un espectáculo verlos, porque el perro se echaba en el piso, el gato también junto a él y apoyaba la cabeza en la panza del perro como si fuera una almohada.
Con el tema de la quinta, o la huerta (aquí significa lo mismo) esto era un espectáculo aparte.

Digamos que no era de nuestra exclusividad hacer ésta tarea, pero sí era común verlo en los inmigrantes europeos, españoles e italianos en primer lugar, porque eran los más numerosos, pero también polacos, yugoeslavos, etc. No lo era tanto en los autóctonos que generalmente solo plantaban tomates, lechuga, radicheta y alguna otra variedad de verdura.

Que yo recuerde y seguramente se me van a escapar muchas cosas, en nuestra quinta podían observarse, según la época del año, tomates, lechuga radicheta, cebollas, papas, batatas, rabanitos, zanahorias, calabazas, acelga hasta frutillas!! que poblaban los dos costados del caminito de cemento alisado que iba hasta el fondo; terminaba en la entrada del gallinero. Cuando estaban maduras, era un espectáculo ver dos senderos rojos adornando el camino de cemento que hice referencia.

Mamá también sembró y los cosechamos, garbanzos y cantudas, esta legumbre no es conocida por aquí; se parece a una lenteja pero grande, del tamaño de una aspirina. Ambos son muy ricos comerlos crudos cuando todavía están verdes en su capullo, en la misma planta. Hemos traido las semillas de nuestro pueblo, Junquera.

Con este panorama que he descripto [sic], se imaginarán que nuestras vidas transcurrían como las de Adán y Eva en el paraíso, al menos yo lo sentía así, claro que había que trabajar eh... y no poco, a ver si alguien cree que teníamos un jardinero.

Además con los animalitos siempre había alguna nota curiosa. Voy a contar solo algunas porque sino llevaría mucho tiempo y se haría muy extenso el relato.

Cuando teníamos una gallina clueca con pollitos, la dejábamos fuera del gallinero con ellos, porque adentro los pollitos corrían peligro de ser pisoteados y picados por las demás gallinas, de hecho más de una vez mataron alguno. Se los metía dentro del "dormidero" cuando era la hora de dormir, en ese momento no había peligro. Claro, había que cuidar que no hicieran mucho lío en la huerta, pero los pollitos solo buscaban picotear bichitos del suelo, por otra parte se los alimentaba, también al resto del gallinero, con una mezcla de cereales que era muy buena (no balanceado contenía maíz, trigo y otros que no recuerdo. Para los pollitos esta mezcla era especial, picada más fina.

Bien, este cuento que voy a decir sucedía a diario, generalmente a la hora de la siesta. Estando el perro echado en el patio, bajo el alero, que no he mencionado, venía la clueca con sus pollitos caminando tranquilamente, picoteando todo en el piso como saben hacer, llegaban hasta donde estaba el perro. La gallina seguía de largo sin darle ninguna importancia pero los pollitos empezaban a picotear al perro por todas partes, no como una agresión, sino como costumbre que tienen de picotear todo.

El perro se las "bancaba" bastante bien, solo se veía como fruncía la piel en cada piquito de un pollito, hasta que los piquitos eran sobre su cara y seguía soportando estoicamente, pero cuando le picaban la nariz, ahí ya no los aguantaba más.

Y aquí está lo notable; se levantaba con todo cuidado (estaba rodeado de 20 a 24 pollitos) sin mover las patas de donde estaban apoyadas, mirando todo a su alrededor para ver la ubicación de los pollitos y con sumo cuidado se iba alejando de ellos por supuesto pisando donde no había ninguno. Nunca pisó ninguno. Esta imagen que conservo intacta en mi memoria era digna de una película de Walt Disney.
(continuaremos con esta transcripción)